miércoles, 4 de octubre de 2017

VIII Desafío Doñana. "Desafío aceptado y conseguido".

El slogan de este año rezaba así: "¿Aceptas el desafío?. Y varios correplayas lo aceptamos y lo conseguimos. Hoy lo de menos son los puestos alcanzados sino la experiencia vivida y el espíritu de equipo que si se sabe llevar puede resultar maravilloso. En un reto de estas características el último relevista el corredor, en nombre de quienes hablo, sufre el nerviosismo del  pasar del tiempo desde que salen nuestros ciclistas hasta que vemos cruzar por primera vez a nuestro nadador sin saber si todo va bien, no ha habido ni averías ni desgraciadas, ni caidas ni otros contratiempos. Van pasando las horas sin saber cuando comer, que comer, cuando calentar, rodeado por otros no menos nerviosos e impacientes corredores en las mismas circustancias que uno. 

Cada atleta mata el tiempo como puede; paseando, hablando con los familiares, tumbado mirando el precioso paisaje de la Desembocadura del Guadalquivir. 
Ya deben estar los ciclistas por Trebujena. No, con este tiempo ya deben haber cogido camino de...Uff, parece que empieza a soplar más viento y aumenta la corriente, malo para los nadadores.
En la carpa alguien ha dicho que los primeros ciclistas están ha diez minutos de Sanlúcar. Parece el toque de sirena comienzan a aparecer corredores hasta de debajo de las sombrillas. Uno lleva un rato calentando y nos tiene ya cansados a los demás. Comienzan las apuestas. Ese no llega, con este calor y calentando ya está como una cabra, pues yo no le veo mucha pinta de crack. Joder luego fue el primero parecía forrest gump.
Alguien grita: ¡Ya se ven nadadores en el agua! Todos los corredores pegados a la orilla intentando identificar lo no identificable pues nada mas que se ven gorros de colores. Sale el primero y grita el nombre del compañero que corre detras dándole ánimos mientras vuelve a perderse nadando nuevamente en dirección a la otra orilla. Los nervios se contagian y uno a uno los nadadores salen gritan y vuelven a lanzarse. Los atletas calientan con las pulsaciones a tope y se encaminan poco a poco a la carpa del relevo.
Vemos salir a los "máquinas de hierro" que lo hacen individualmente. Algunos suren calambres al salir del agua y tienen que arrastrarse hasta la carpa, otros vienen exhaustos y les quedan 30 km a pie con un sol que te achicharra. Un triatleta se retuerce de dolor en la misma orilla y no quiere ayuda para no ser descalificado, por momentos le da uno la impresión que del agua no sale. Chapeau para estos hombres y mujeres de hierro.
Poco a poco se van produciendo los relevos y los corredores vamos dejando desierta la carpa y nos pegamos 30 km de calor, viento y terreno duro. Por el camino adelanto a una gran cantidad de triatletas que lo hacen individualmente y que van sufriendo el agotamiento de esta prueba tan dura.
Cuando por ín se vislumbra la meta y entras agarrado de tus compañeros piensas que la experiencia, aunque dura, ha merecido la pena.
 

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