Maratón de Lisboa: una experiencia a
ritmo de rock.
Mi segunda maratón en el extranjero
tuvo como destino la capital portuguesa: Lisboa. Ciudad bonita y acogedora
cargada de vida y de mezcolanzas de razas y culturas. Aproveché la oportunidad
no sólo de participar en su maratón sino de patear sus calles y barrios más
emblemáticos y de conocer un gran tramo de la costa ya que el recorrido de la
prueba iba desde Cascais hasta Lisboa, pasando por Estoril, Oeiras,…
Como lo que se trata es de desmenuzar
un poco la prueba por si algún compañero del club se anima en el futuro pues
comencemos el relato estrictamente deportivo.
Antes de la carrera. El sábado por la mañana cogimos el
metro desde el centro, dónde estaba nuestro hotel, hasta la zona en la que se
celebró la Expo de Lisboa y que conserva unos rasgos muy similares a los de la
Cartuja por sus pabellones y puentes. Tuvimos que guardar un buen rato cola
para acceder al recinto donde estaba la exposición deportiva dónde se recogían los
dorsales porque conjuntamente con la maratón se celebraba una media y una
carrera de 6 km lo que elevaba la participación a muchos miles de personas y la
organización andaba un pelín desbordada. En la cola tuve tiempo de hablar un
buen rato con un maratoniano de Ponferrada que la iba a correr también. Algunos
españoles más y una multitud de atletas de muchas nacionalidades. Tras la
recogida del dorsal, visita a los expositores, fotos y otra cola para activar
la tarjeta del tren del día siguiente que nos llevaría a la salida.
El día de la prueba. Cómo la carrera salía de Cascais,
casi 40 km de Lisboa, teníamos que coger un tren que nos llevara desde la
Estación de Cai Sodré hasta la localidad citada. El recorrido unos 45 minutos.
Previamente para llegar desde el hotel hasta la estación tuve que coger un
autobús urbano por lo que si la carrera salía a las 8:30 la hora de levantarse
eran las 5 de la mañana.
Así fue. Desayuno en la habitación
del hotel porque a esa hora ustedes me dirán dónde se puede ir. Coger la mochila
preparada la noche anterior y hasta la salida.
Cuando llegué a la estación de Cai
Sodré había un verdadero ejército de atletas dispuesto a subirse al tren para
dirigirse a la salida. Destacaban el gran número de británicos y franceses. Los
primeros tan escandalosos como los españoles que también nos hacíamos notar. En
el vagón en que me monté cada uno desarrollaba su peculiar rito precompetición:
unos dormitaban, otros bebían compulsivamente tragos de agua o de bebidas
isotónicas, algún que otro tomaba un gel, un plátano o una barrita. Yo me
limitaba a contemplar ese ejército improvisado de gente dispuestas a darse un
tremendo madrugón llegados de allende de los mares y de los sitios más
insospechados para zamparse 42 km y 197 metros en pos de una gloria que
convierte a cada uno en héroe de su propia historia.
El tren que se conoce que a esas
horas suele ir bastante vacío tan solo con los noctámbulos de recogida ese día
iba abarrotado y cuándo éstos aficionados de la noche hicieron su entrada en
nuestros vagones miraban con ojos atónitos preguntándose qué fiesta se habían
perdido para semejante avalancha de gente. Tras esta sorpresa inicial algún que
otro que ya había finalizado su competición particular y del que emanaban los
efluvios etílicos sirvieron de entretenimiento y diversión al personal con sus
reiteradas maniobras de equilibrios, sus cánticos a la madre patria y a la
madre de la vecina.
Llegamos al fin a Cascais. Paseo de
unos 10 minutos y a cambiarse, entregar la mochila y pasear y calentar un poco.
Tuve ocasión de hablar con un compañero de Los Palacios que hacía la prueba, de
calentar con los elegidos para la gloria (keniatas y etíopes). Me dirigí a la
línea de salida y me sorprendo como la gente respetan los cajones de salidas
por tiempos señalados por la organización. Se notaba que la mayoría de los
corredores venían del norte de Europa a los del sur nos resbalan bastante las
normas. Será cuestión de tiempo y educación.
Se dio la salida y a pesar de que
éramos unos 3000 el escalonamiento por marcas nos permitió ir a ritmo desde el
primer instante. La salida es en subida por lo que los primeros 500 metros hay
que ir adaptando un poco el ritmo hasta llegar a la zona en que se bajaba y así
sucesivamente durante un buen número de km subíamos y bajábamos ligeras
pendientes a lo largo de toda la carretera costera entre Cascais y Lisboa.
Mi ritmo medio está en torno a los
4:30 minutos. Voy bastante cómodo pero eso es muy largo así que hay que
dosificar y guardar para el final. Me voy incorporando a los grupos que llevan
un ritmo similar al mío pero hay mucha gente anárquica y arrítmica corriendo.
Yo soy de ritmo diésel y me gusta ir sin cambios y tirones así que decido ir a
mi ritmo y unas veces voy solo y otras acompañado. Así llego a la media en 1h
35´45” a 4:31 y una proyección de 3:11:30. Lógicamente al final se pierde algo
pero a esas alturas esa era la marca posible.
Pasada la media me pasa el guía de
las 3h 15´con un grupo numeroso. Mi reacción es decir ¡Coño que me ha pasado!
Miro el reloj y veo que he mejorado incluso mi posible marca final que ahora es
de 3h 10’ por lo que me quedo mirando a la liebre y le digo: Pedazo de capullo
ese no es el ritmo vas a reventar al personal. No me debió entender porque
apretó. En esas que escucho: ¡Viva Cádiz¡ Un atleta de Algodonales que se unía
al grupo.
En el km 28 tengo un pequeño bajón y
me temo que el tío del mazo me arree un palo así que dejo el grupo del capullo,
osea el que debía ir para las 3h 15 y me relajo un poco. Por cierto que a este lumbreras me lo encuentro andando solo a 800 metros de la meta para justificar que cumple con lo pedido por la organización. Con dos coj.... Me recupero en el 31 y
hasta el 34 marco tiempos bastante buenos. Y en esa que nos cruzamos con los de
la media y escucho: ¡Vamos chipionero! Un roteño del Vía Verde que iba bastante
bien en la Media.
Del 37 a meta tuve que echarle lo de
las gallinas porque me notaba bastante cansado y el viento empezó a soplar
fuerte en contra para variar. Cuando llegué al último km ya no me dolía nada y
fui esprintando para quedarme en las 3h 13’. La llegada es un poco cutre
impropia de una maratón internacional y con las manias de juntar maratón, media
y carreras cortas nos juntamos en la meta más de 10.000 atletas lo que la hace
que sea un poco caótica.
Mi puesto final el ya sabido de 6º de
mi categoría con 183 atletas en liza y el 184 de 3000. Lo más bonito que me
enfrenté en mi categoría a corredores de gran cantidad de países: portugueses,
británicos, franceses, alemanes, italianos, polacos, finlandeses, noruegos,
irlandeses, españoles,
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